Un buen diàlogo entre gente adulta.
Karras: De verdad. Me gustaría saber más acerca de ti. Por ejemplo, nunca me has dicho quién eres.
Regan: Un diablo -rugió el demonio.
Karras: Sí, ya lo sé; pero, ¿qué diablo? ¿Cómo te llamas?
Regan: ¿Qué hay en un nombre, Karras? No te preocupes por mi nombre. Llámame Howdy, si te parece más cómodo.
Karras: ¡Ah, sí! El capitán Howdy -asintió Karras-. El amigo de Regan.
Regan: Su amigo, “íntimo”.
Karras: ¿De veras?
Regan: Claro que sí.
Karras: Pero, entonces, ¿por qué la atormentas?
Regan: Porque soy su amigo. ¡A la puerca le gusta!
Karras: ¿Le gusta?
Regan: ¡Le encanta!
Karras: Pero, ¿por qué?
Regan: ¡Pregúntaselo a ella!
Karras: ¿Le vas a permitir que me responda?
Regan: No.
Karras: Entonces, ¿qué sentido tiene que le pregunte?
Regan: ¡Ninguno! -Los ojos del demonio lanzaban destellos de odio.
Karras: ¿Quién es la persona con la que estuve hablando anteriormente?
Regan: Ya lo preguntaste.
Karras: Lo sé, pero nunca me diste una respuesta.
Regan: Sólo otro amigo de la dulce y querida puerca, estimado Karras.
Karras: ¿Puedo hablar con él?
Regan: No. Está ocupado con tu madre. -Emitió suaves risitas ahogadas.
(Peter Blatty, El exorcista)
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