Cuento corto de Alberto,mi hermano.

Alberto Maturano, ( El Negro),es el hermano que la vida me dio,como tantos otros que llegaron hasta mi corazòn,( y que espero que se las tomen pronto)
Mùsico,Artista,escritor,y enfermo por Rush,desde su Mendoza natal me regalò un cuento corto,que es,en verdad,una cagada,pero que no puedo dejar de postear,debido a que si decidimos poner cosas de Rush,tambien la basura de este mundo merece su lugar o no?
Dejemosnos entonces de prolegomenos,Editoriales de beneficiencia y Conquistas del Asia por no bajarse del caballo,y,una vez comodamente instalados,degustar estas lineas.
Con ustedes Alberto Maturano.
Disfrutenlo.

A SHORT STORY – by Tato Maturano

A pesar de que hacía ya varios días que había empezado la primavera, las mañanas seguían siendo frescas, lo que obligaba todavía a ponerse por lo menos un suéter Y sobre todo a los que como él, se movilizaban en bicicleta. Varios años llevaba ya pedaleando por las calles de la ciudad. Él decía que le producía tres beneficios: físico (lo mantenía en estado), económico (no gastaba en colectivos) y ambiental (no producía polución). Pero siempre decía “hay que estar atento, porque el tránsito es una mierda, sobre todo con los colectiveros y las mujeres, que manejan como el culo”.

Pero ese día estaba especialmente ansioso, iba a estrenar su “Discman”. Toda su vida, mientras pedaleaba llevaba puesto su walkman, porque le encantaba escuchar las noticias, y a veces – si la ocasión lo merecía – algo de música, pero la programación de las FM eran una bosta. Y nunca jamás de los jamases pasaban algo de RUSH, “su” banda de rock. Había conocido a esta banda canadiense mas o menos a los 16 años, y se había enamorado para siempre de ellos, de su maravillosa música. Tenía casi todos sus discos y se mataba escuchándolos y tratando de copiar los fraseos de Alex , las bases de Geddy y los imposibles arreglos de Neil golpeando en el aire una imaginaria batería. Había ahorrado durante mucho tiempo haciendo trabajitos extra para tener su “discman”, para poder por fin tener la compañía de los canadienses mientras se dirigía al trabajo.

Ya a punto de salir para su trabajó meditó muy cuidadosamente que CD escucharía en el camino. Se dirigió a su compacteca y con sus dedos fue pasándolos uno por uno: Hold your fire, Hemispheres, Moving Pictures, Exit Stage Left, Show of Hands, Permanent Waves, Presto, etc., etc., hasta que se decidió por uno. Escucharía la mitad mientras iba y la otra mitad mientras regresaba. Y todos los días iría cambiando la selección. Entonces caminó hasta su garage, vigiló la presión de las ruedas, tomó su mochila y se colocó en la cintura su nuevo aparato. Con mucho cuidado tomó los auriculares y, como si fuera parte de un ritual, los llevó hasta sus oídos. Abrió la tapa y puso el CD. Apretó play y… - ahhhhh, que placer, que grosso, que maravilla, como suenan estos tipos, son un cerebro con seis manos, y se escucha de puta madre con el surround – pensó para si mismo. Y perdido entre esos acordes se sumergió entre el tránsito de la ciudad.

Los temas iban pasando uno a uno y él iba como flotando, no sentía las empinadas subidas ni los innumerables baches que tantas veces había puteado. Entonces mientras Neil y Geddy comenzaban con la maravillosa base de………………………. Subió el volumen al palo y no vio el auto que venía a toda velocidad entrando en la intersección haciendo zig – zag…

…Los testigos dicen que el tipo venía en pedo, que pasó el semáforo en rojo, que ni siquiera paró, al contrario, aceleró aún más para alejarse del lugar. La policía lo anda buscando porque alcanzaron a tomar los números de la patente y el auto no era para nada común. Era un RED BARCHETTA y su patente YYZ – 2112.

Cruel destino.




Copyright TATO MATURANO – Mendoza – 12 de octubre de 2005.-